El Museo BIBAT – Fournier de Naipes de Álava acoge hasta el próximo 29 de octubre en su sala de exposiciones temporales, la exposición “Barcelona-Sevilla,29. Fournier en las exposiciones de 1929”, que permitirá visitar una parte significativa de la colección del Museo, correspondiente a la producción de la empresa Fournier, en la fase inmediatamente posterior al fallecimiento de Heraclio Fournier en 1916.

La han presentado hoy la directora foral de Cultura, Inmaculada Sánchez, y la técnica del servicio de museos y Arqueologia, Edurne Martín.

Una vez fallecido Heraclio Fournier, Nieves Partearroyo, su viuda, y su nieto Félix Alfaro, tomaron las riendas de la empresa, que pasó a denominarse “Viuda e Hijos de Heraclio Fournier”, entre 1916 y 1933. En esta etapa, se diversificaron más aún los tipos y diseños de las barajas producidas por la fábrica de naipes vitoriana, y gran parte de ellas pudieron ser mostradas en las exposiciones que tuvieron lugar en Sevilla y Barcelona en 1929.

Tanto la Exposición Iberoamericana de Sevilla, como la Exposición Internacional de Barcelona, fueron entre 1929 y 1930 un escaparate para Fournier, que aprovechó dichas exposiciones para darse a conocer más aún a nivel nacional e internacional, debido a la afluencia de otros países que también acudieron a dichas exposiciones a mostrar sus productos y con representantes institucionales y comerciales.

Las exposiciones locales, nacionales o internacionales son una oportunidad para dar a conocer a los productores y las novedades del mercado, pero también han servido, y sirven, para mostrar el desarrollo tecnológico, y los recursos económicos y turísticos de cada territorio. Esto sucedió también en 1929.

La empresa Fournier, por ejemplo, junto con productores de otros sectores, acudió a Sevilla, gracias al impulso de las Diputaciones y de las Cámaras de Comercio de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa. Esta representación vasca, de carácter comercial e institucional, permitió que las empresas más activas en el momento mostraran lo que se estaba produciendo en cada territorio, pero también para las instituciones, fue una oportunidad para dar a conocer sus posibilidades económicas, su cultura y los recursos de un turismo del que ya se empezaba a hablar en el primer cuarto de siglo del siglo XX.

Las instituciones apoyaron la construcción de dos pabellones en los que estuvo expuesta la producción de estas empresas, pero también se mostraron pinturas, esculturas, y otros objetos artísticos, así como datos estadísticos y económicos, aportados tanto por las Diputaciones como por los ayuntamientos de las tres capitales y las cajas de ahorros.

Así, en el Pabellón Industrial Vasco, junto con los naipes de Fournier, pudieron verse en Sevilla, vinos,  licores,  maquinaria agrícola,  relojes,  campanas  y  otros  productos  salidos  de las  industrias alavesas.

El Pabellón de las Diputaciones, se decoró con varias esculturas, escudos y algunas maquetas que reproducían relieves de Estibaliz y Armentia, así como del sepulcro de los Ayala de Quejana, y fotografías de otros monumentos. Se expusieron pinturas con los retratos del General Álava, de Benigno Mateo de Moraza y de Hortuño de Aguirre, Marqués de Montehermoso; otros cuadros con las fachadas del Palacio de la Diputación de Álava y varios paisajes de Mauro Ortiz de Urbina. Pudieron contemplarse también varios documentos relacionados con la historia de Álava (como el “Acta de La Voluntaria Entrega de Álava”, o las “Ordenanzas y Leyes dadas a la Provincia por rey Enrique IV”).

Además de estar presente en la Exposición Iberoamericana de Sevilla, Fournier también acudió a la Exposición Internacional de Barcelona el mismo año. A ambas sedes, la fábrica de naipes llevó un buen muestrario de sus productos, y también algunas novedades técnicas (en los procesos de impresión) que empezaba a incorporar en sus naipes, y que permitirían dotar de más color y de más calidad a sus naipes. Un ejemplo de ello fue la “Baraja Iberoamericana”, que presentó como novedad en ambas exposiciones, y que está también muy presente en la exposición que se presenta.

También podremos ver en esta exposición el valor y preocupación que Fournier ha venido dando al diseño en sus naipes, contando con artistas en plantilla, o por encargo, para la elaboración de sus barajas y también para el diseño de los propios estands, expositores y dotar de una decoración atractiva para la promoción de sus productos.

Para la preparación de esta exposición, además de recurrir a los propios fondos del Museo Fournier de Naipes, se han recabado datos interesantes en varios archivos, en especial en los fondos del Fondo Juan Alfaro del Archivo del Territorio Histórico de Álava (Archivo de Álava) y en el Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz Pilar Aróstegui. A destacar las fotografías de Enrique Guinea, quien realizó un amplio reportaje de la exposición sevillana. Y el agradecimiento a la permanente disposición de la actual empresa (Naipes Heraclio Fournier S. A.) que ha facilitado el acceso a algunos documentos.

Finalmente, señalar, que en la producción de la exposición (diseñada por Paula Ortiz de Luna, y realizada por Iñigo de la Iglesia) se ha procurado utilizar en los módulos museográficos, materiales sostenibles y reciclables, incluso reutilizables en futuras exposiciones. Sin muchas pretensiones, la intención es que este ejemplo sea una pequeña aportación desde el mundo de los museos a las acciones y Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, y de acuerdo con el lema de este año del Día Internacional de los Museos “Museos, sostenibilidad y bienestar”.