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La Sala Amárica presenta “Frecuencias de fondo. Zu hemen zaude”

Una muestra protagonizada por artistas de Álava abierta del 17 de julio al 21 de septiembre

Esta exposición parte de una condición concreta: tanto los artistas como el comisariado han sido seleccionados a través de una convocatoria pública impulsada por la asociación Amárica Elkartea. No hay relato impuesto. No hay tema cerrado. El comisariado se plantea como acompañamiento crítico. Escucha lo que hay. Construye desde ahí.

La Sala Amárica no es un espacio neutro. Ha emitido frecuencias. Lo sigue haciendo. Esta muestra no propone homenajes, pero reconoce esa carga acumulada. Es también un gesto de reactivación: activar de nuevo el espacio como lugar de resonancia para el arte contemporáneo en Álava. Todos los artistas seleccionados son “kilómetro 0”. Viven o trabajan en el territorio. Esa cercanía no define sus propuestas, pero establece un punto de partida compartido.

Tal y como ha destacado la diputada foral de Cultura y Deporte, Ana del Val, durante la presentación de la exposición “La muestra que presentamos hoy surge de la escucha y la colaboración con el sector. Las personas participantes, comisario y artistas, han sido seleccionadas mediante convocatoria pública impulsada por Amárica Elkartea. Todas las personas seleccionadas tienen una vinculación con el territorio, uno de los nexos que les unen. Y a partir de ahí, nos lanzan sus propuestas. Gracias a quienes habéis hecho posible esta exposición, además, en un tiempo récord”.

Mel Arranz trabaja desde la pérdida. Desde lo íntimo. Su instalación reúne piezas en proceso que combinan escultura, dibujo y texto. Una boca transitable. Un cielo suspendido. Dibujos cambiantes, como nubes, copiados una y otra vez a partir del último trazo. El recuerdo no es aquí repetición: es construcción activa, corporal, afectiva.

Miriam Isasi presenta Carpinteros, una instalación que articula vídeo, sonido, objetos y archivo. Parte del Parque Natural de Izki y de su colonia de pájaros carpinteros, pero introduce también referencias a la antena soviética Duga-3, conocida como “el pájaro carpintero ruso”. El paisaje se convierte en campo de resonancia y de fricción. La artista construye un relato que enlaza ecología, tecnología, territorio y memoria desde una práctica colaborativa y material.

Zigor Urrutia articula una crítica al lenguaje como dispositivo de poder. Se apro¬pia, remezcla, interviene. Trabaja con grabados, serigrafías, metales, vídeo. Fernando de Amárica aparece en su propuesta como figura tensionada entre memoria y marca. El arte como representación, pero también como mercancía. La materia sostiene ese conflicto.

Maider Varona parte de la figura de Amárica, no para representarla, sino para ras¬trear lo que permanece. Usa la costura, el archivo fotográfico y la intervención manual para trabajar la idea de testimonio. Su propuesta enlaza memoria, colectividad y proceso. Coser, aquí, es hilvanar vínculos. Dar forma a lo que persiste.

Sara Pérez titula su proyecto Pichirichi. Una palabra familiar para nombrar objetos de poco valor económico pero alto valor afectivo. Su propuesta parte del kitsch y del souvenir para pensar cómo se construye una ciudad como imagen. Escaparates, reflejos, ensamblajes. Lo personal y lo cultural se entrecruzan. La copia desplaza al original. La estética se convierte en forma de crítica.

El subtítulo Zu hemen zaude opera como un texto curatorial mínimo. No describe ni traduce. No interpreta. Se activa en el interior de la sala a través de postales de la ciudad y de intervenciones de los propios artistas. Más que explicar, señala una posición. Invita a situarse. Sugiere una relación entre el lugar, la práctica y la presencia, sin cerrarla del todo.